lunes, 11 de mayo de 2009

SAGRADA MENSTRUACION

Hola Mujer
Como mujer el inicio de mi menstruación fue tranquilo y esperado pues mi madre me había hablado al respecto, lo consideraba algo por lo que tenía que pasar para ser “ mujer”, sin embargo parecía algo incómodo y a veces inoportuno; reconozco que en algunos momentos incluso la rechacé…no quería que “ me llegara” y que arruinara mi paseo o la actividad que tenía programada. No entendía el verdadero valor de menstruar. Al mismo tiempo me sorprendía ver a algunas mujeres que hablaban de “tengo la visita” “tengo la regla” e incluso más cuando decían “estoy enferma”, aun cuando hubo momentos en mi adolescencia que consideré molesto estar menstruando nunca lo contemplé como una enfermedad pues así como me incomodaba sentía en mi cuerpo sensaciones agradables, me sentía más creativa, más tranquila, más ligera. Con el paso de los años y a través del estudio médico la menstruación llegó a ser algo fisiológico que puede tener múltiples variables y repercusiones físicas en algunas mujeres y que todo lo salido de la norma era ”patológico” y debía corregirse con medicamentos o en casos más extremos con cirugía. Con el paso de los días en la consulta veía más mujeres afectadas en su ciclo menstrual y su ser femenino y yo… cíclica y conectándome cada día más con mi cuerpo, mi sentir, mi sangrado.
La aproximación a las diferentes corrientes alternativas de medicina y el centrarme en mi propia vivencia me llevó a entender que la menstruación es más que un fluir de sangre fuera de tu cuerpo cada tanto tiempo, que hay mujeres bastante conectadas con el sol y con la luna, que existe un poder tras esa entrega y que nos renovamos y renovamos al planeta con nuestro sangrado.

Es así que ahora muy orgullosa de mi luna roja quiero que todas las mujeres le den el lugar verdadero a su menstruación,a su TIEMPO DE LUNA, a su fluir femenino.

domingo, 10 de mayo de 2009

INTEGRANDO LO FEMENINO EN MÍ

El cuerpo que habito es de mujer. Y me enorgullece, aunque no siempre fue así.

Por algún tiempo pensé que ser mujer era muy difícil y que para lograr mis metas debía hacer un esfuerzo mayor al de cualquier hombre. Estaba embromada por lo que veía y escuchaba. Estaba equivocada. No estaba alineada con mi femenino. Eso le puede ocurrir a cualquier mujer…y a cualquier hombre.

En nuestra cotidianidad, experimentamos la ley de la dualidad. No percibimos el frío sin el calor, no hay día sin noche, no hay luz sin sombra.

Las tradiciones ancestrales han sido estudiosas de la dualidad de la vida, los chinos por ejemplo, la enmarcaron dentro del TAO -El camino- dos polaridades, el YIN y el YANG, en un continuo movimiento de balance. Dos formas se unen completando un círculo energético, y cada una contiene la esencia de su contraparte. Ellos mencionan al pequeño yang en el GRAN YIN, y al pequeño yin en el GRAN YANG.
Como humanidad tenemos una expresión femenina (mujer) y otra expresión masculina (hombre), mas en cada uno –hombre y mujer- está contenida la dualidad, la expresión polar de ser.

El hombre, principio yang, contiene dentro de lo masculino ( gran yang ) lo femenino (pequeño yin) y a su vez, la mujer, principio yin, contiene dentro de lo femenino ( gran yin) lo masculino ( pequeño yang) y así se mantiene el equilibrio de las polaridades. Incluso en nuestro cuerpo continuamente hay una dinámica yin- yang en los órganos. La enfermedad puede derivarse de un exceso de yin o yang en un órgano o momento.

Cuando entendí que yo y lo que me rodeaba estaba en una dinámica de polaridades, comprendí que en mi interior se gesta un movimiento de complementarios -en esencia perfectos y en continuo crecimiento-, lo que me permitió reconciliarme con mi lado femenino. Integré lo femenino en mí.

En mi época de estudiante convencional predominó la expresión yang, era muy yang pero no lo veía, limitaba mi aspecto yin, y eso produjo un desequilibrio en diversos procesos físicos y emocionales. Finalmente entré en una oleada yin aquietadora en la que la danza, el tai-chi y la conciencia de mi menstruación me llevaron al despertar de mi feminidad, sin anular la masculinidad que también habita en mí. Hoy, agradezco los opuestos complementarios en mí.

Me he volcado hacia adentro acrecentando mi sensibilidad, haciéndome más receptiva, llenándome de energía, afinando mi tono femenino y redescubriendo la diosa que soy y he sido. He integrado mi pareja interior.

Cada ser humano tiene la posibilidad de hacer la integración de su femenino y su masculino creando su pareja interior.

Integrando la pareja interior se llega a la comprensión de que la conciencia no tiene género.

La actual sociedad machista -creada por y para el hombre competitivo-, con una constante lucha y acumulación, en un hacer para demostrar, un privilegiar el tener sobre el ser; ha sido necesaria para reconocer el valor de lo femenino. Si permitimos que lo femenino se eleve y retome su lugar, estaremos más en el aquí y ahora, más pacientes y armónicos, entregados al Espíritu, contenidos en él y fluyendo con todo. Llegará el tiempo de la conciencia sin género.

Como mujer occidental fue importante para lograr dicha integración, que restableciera mi conexión desde el sentir, recuperando mi esencia femenina y reencontrándome con la Gran Diosa. Ahora lo sé, no tengo que imitar al hombre, he de ser yo misma y seguir mi senda, concentrando toda mi potencialidad y mi energía sagrada e incorporando las experiencias de crecimiento registradas en el inconsciente colectivo - antiguos arquetipos- en mi vida, en mi corazón.

Cada día, mujeres y hombres están despertando, comprendiendo que se puede ser, integrando el sentir y el pensar en el hacer.

Más allá de la religión, más allá del mito o de cualquier aspecto social, las diosas están presentes – como arquetipos sicológicos -en cada mujer y tienen su contraparte en el hombre.

En mi corazón reside la Diosa… y en el tuyo también.

Desde el centro de mi corazón, en amor y luz.

Adriana Marcela - Luna planetaria