A la Madre que derramó sus bendiciones de múltiples formas.
Al hermoso Altar y su Fuego central que acompañó nuestros procesos.
A nuestros linajes.
A la piedra Gorda y los cuidados que le prodigó Sofi.
Al camino que nos permiten nuestros nombres.
Al hollín que acompañó nuestras jornadas.
Al río que amorosamente lavó nuestros cuerpos liberando sus cargas.
A los cantos y las plantaciones.
A las voces que activaron la Cantadora sanadora en cada una.
Al patilla-gé depurador.
Al círculo de fuego y las bendiciones recibidas.
A la honra y agradecimiento.
A la alquimia del alimento.
A todo lo que no podemos ni pondremos en palabra.
A lo que fue y a lo que no, porque todo fue perfecto.
Al territorio...del que no queriamos salir.
A la vida misma...
Gracias, Gracias, Gracias.