A veces puede sorprendernos -ojala siempre gozosamente- el conocimiento y la sabiduría que poseen ciertos seres. Otras veces, simplemente no nos detenemos a observar, a escuchar, a aprender del y con el otro / la otra.
Hay tanto por compartir, tanto por aprender, tanto, tanto...
Y así como es importante el conocimiento, lo es el medio de adquirirlo. Y el tiempo de adquirirlo.
Durante estos años en los que he acompañado procesos maravillosos de mujeres y niñas, no dejo de sorprenderme - y lo agradezco- de todo lo que podemos aprenderNos. El aprendizaje mutuo es algo sublime y requiere con urgencia que continuamente lo estemos promoviendo.
Ayer me sorprendí tristemente con una mujer que conocí, a sus 44 años no sabe leer ni escribir, a duras penas firma. Una mujer que ha compartido 23 años de su vida con un hombre que si sabe leer y escribir y es letrado. Una mujer que tiene 3 hijos que han estudiado y un nieto que hasta ahora comienza con sus primeras letras. Una mujer que se encuentra en un ambiente que promueve su no aprendizaje, con todo lo que implica. Una mujer violentada por su entorno en las formas más sutiles y también más dolorosas, una mujer que desea saber tanto y que al mismo tiempo sabe tanto pero no se lo cree, ni lo siente así. Una mujer a la que "su marido" no le permite aprender a leer y escribir, porque "no es necesario". Una mujer a la que le urge aprender a hacerlo.
Cuantas de nosotras dejamos de aprender algo por temor, miedo, pena... cuantas de nosotras dejamos de enseñar...
Me interesa que todas las mujeres y niñas y niños sepan leer y escribir, me interesa que puedan acceder al conocimiento que permita vidas más saludables, seguras y tranquilas, que reconozcan su valor y derechos y también sus deberes.
Desde donde puedas hacer tu contribución, sé aliada. Contribuye a disminuir la inequidad en el acceso a la información, contribuye en la incorporación del conocimiento y el florecimiento de la sabiduría.
Todos somos parte. Todos lo merecemos, todos.
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